lunes, 14 de septiembre de 2009

Viaje al corazón de la Amazonia, el tesoro que Brasil quiere defender con su nuevo arsenal


Tomado de:
http://www.clarin.com/diario/2009/09/14/elmundo/i-01998377.htm


Hay forestas devastadas, plenas de enormes riquezas. Además de la madera, clave para la construcción y el carbón, en el pulmón del planeta existen minerales estratégicos, petróleo y gas. Lula apunta a preservar ese territorio con la reciente adquisición de cazas, submarinos y helicópteros.


Por: Eleonora Gosman

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RIQUEZAS DEVASTADAS. DE LOS 4.91 MILLONES DE KILOMETROS CUADRADOS DE LA AMAZONIA YA SE PERDIERON 700 MIL.


Lleva casco, guantes, botas y está enfundado en un mameluco, fabricado con un tejido que protege contra heridas profundas. No mide más de 1,60 metros y es fácil calcularle un peso de entre 58 y 60 kilos. Lo llaman "Ceará", porque viene de ese estado del Nordeste brasileño. Profesión actual: técnico en corte de árboles de gran altura y diámetro. Trabajo pasado: actuó 27 años al servicio de madereras ilegales especializadas en depredar la Amazonia.

Con sierra eléctrica en mano, encara uno de los gigantes selváticos: el Angelim Amargoso. Mide unos 25 metros de altura y su diámetro en la base supera el metro. "Ceará" usa una lanza para penetrar hasta la médula del ejemplar y saber si el hueco interior es pequeño o grande. Depende de eso que el tronco tenga valor comercial. Luego practica tres incisiones precisas, como un cirujano. Y pide a quienes lo acompañan que se alejen rápidamente. Segundos después, el cíclope amazónico cae y aplasta todo lo que hay en su entorno. De las heridas del Angelim derribado sale una especie de leche amarga. No hay más remedio que pasar el dedo y probar. Toda la operación dura exactos cinco minutos. Y es una de las miles que se realizan por día en la mayor floresta tropical del mundo, el gran tesoro que el gobierno brasileño busca proteger con el flamante arsenal militar que está negociando comprar, fundamentalmente a Francia.
El presidente Lula da Silva fijó su flamante tesis militar en dos objetivos: defender la Amazonia y los recursos petroleros de la plataforma continental. La selva fue, históricamente, un tema neurálgico para los militares brasileños. Viene desde la Segunda Guerra Mundial, cuando fue clave contar con el caucho que se extraía de los "seringales", las plantaciones del árbol productor del látex natural.

Pero la Amazonia hay otras riquezas incalculables. Basta pensar en los yacimientos de uranio, un combustible estratégico para la matriz energética. O más aún, en el petróleo y en el gas. Petrobras, la estatal brasileña, tiene reservas en producción en Urucú, en medio del corazón selvático. Allí estuvo Clarín en dos oportunidades: por ahora, la exploración y producción de esos reservorios se desarrollan en escala limitada.

En la Amazonia hay mucho más: diamantes, oro y minerales estratégicos de uso militar. Por eso, Lula se apresura a posicionar una escuadra de su Marina en la desembocadura del río Amazonas, a la altura de Belem (la capital del estado de Pará). También por eso se apura a construir el submarino de propulsión nuclear. Junto con las fortunas minerales, hay 1.400 árboles que pueden ser aprovechados económicamente por cada 100 hectáreas de floresta. Los técnicos dicen que, para preservar la selva, solo puede extraerse un máximo de 640 ejemplares porque algunas especies se reproducen en tiempos relativamente cortos: 35 años. Pero otras demoran en madurar de 60 a 200 años.

"Ceará" estudió durante 16 años cómo abatir semejante árbol sin que el tronco se raje. Cuenta que por día un cortador es capaz de sacar de la selva 70 ejemplares de gran altura. Le pagan 1 real por unidad (medio dólar), pero el valor final dependerá de la prolijidad de la operación. Si el tronco está dañado, puede costar menos de 25 centavos de dólar (1,9 pesos). "Yo tenía que buscar un buen salario. Y por eso estudié cuál era la mejor forma de producir con la menor cantidad de daños. Y así fue que perfeccioné mi trabajo". Ceará publicará un libro a fin de año donde detalla el método de corte, que será financiado por el Instituto Floresta Tropical, una organización no gubernamental.


Quien dirige la ONG es el holandés nacionalizado norteamericano Johan Zweede, ingeniero forestal con más de 30 años en el Amazonas. Este ingeniero cuenta hoy con un apoyo esencial: el del Servicio Forestal de Brasil creado en 2006. La apuesta es transformar la extracción de madera amazónica en una actividad "sustentable". Para él y sus colaboradores, esto significa programar "científicamente" la explotación de las reservas forestales públicas de modo de preservarla su existencia.


Luiz Joels, director del Instituto Forestal, es adepto a la tesis de la ONG conducida por Zweede: "En Amazonia viven 20 millones de personas y ellas tienen los mismos derechos que los habitantes del resto de Brasil: quieren luz, quieren agua potable, quieren heladeras y TV", sintetizó a Clarín. Fue poco después que esta enviada observara, con profunda conmoción, la apertura de caminos en la selva virgen con máquinas topadoras de Caterpillar. Joels señaló: "Basta ver el mapa satelital amazónico para observar los daños producidos en la selva. De los 4,91 millones de kilómetros cuadrados de Amazonia ya se perdió 14%". Son 700.000 kilómetros cuadrados, un cuarto del área continental de la Argentina, que fueron devastados.


Los 25 millones de metros cúbicos de madera amazónica que anualmente salen de esa "verde catedral" buena parte va para construir muebles y a la construcción. Pero también hay especies que son convertidas en carbón vegetal, útil para alimentar los grandes hornos siderúrgicos.


Clarín dialogó en el campamento del Instituto Floresta Tropical con uno de los hombres de la selva que más conoce las propiedades medicinales de las especies. En 1,2 millones de kilómetros cuadrados de reservas forestales públicas, la conservación de la Amazonia está en manos de las comunidades que viven de la explotación medicinal y de frutos regionales. Arbol a árbol, Benedito de Souza explicó las propiedades. A apenas unos 600 metros del campamento, selva adentro, el hombre tiene su reinado: hay remedios para la gastritis, para bajar la fiebre y para curar las más diversas enfermedades. Benedito contó: "Hay al menos 40 géneros: está por ejemplo el Jatobá que se usa para combatir la diarrea, la tos, la bronquitis y hasta los hongos de los pies". Esa especie fue estudiada por botánicos norteamericanos a fines de los '80. Y a principios de la década del '90 pasó a ser consumida en el mercado estadounidense con idénticos fines medicinales. Sólo un indicio del gran potencial de este territorio que el gobierno brasileño busca defender.

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