Tomado de:
http://economia.eluniversal.com/2009/09/27/opi_art_tiempo-de-palabra_1588162.shtml
Carlos Blanco // Tiempo de Palabra
Los imperios
Si un jefe de Estado ha diagnosticado que otro Estado está gobernado sin legitimidad; que tiene un presidente espurio y que es necesario restablecer la democracia violentada, y que, como consecuencia, considera que puede disponer de su poder para imponer la democracia, no es extraño que usted piense en George W. Bush. Pero -al menos esta vez- se ha equivocado. Se trata de Luiz Ignacio Lula Da Silva, quien ha decidido aplicar la política de la abierta intervención como líder de un país de 199 millones de habitantes en otro país como Honduras de menos de 8 millones. Su propósito es derrocar a Micheletti y reponer a Zelaya, y tal vez lo logre. Con este gesto, Lula ha convertido a Brasil en un gigante intervencionista en la región -alineado con Chávez- lo cual podría revelar cierta tendencia neoimperialista del establecimiento encabezado por Lula, hacia América Latina.
La Transformación. Lula es un hombre de origen humilde. Fue líder del sindicato de los metalúrgicos de San Bernardo y luego fundó el Partido de los Trabajadores en 1980. Tiene historia y se hizo en la forja de la lucha social desde abajo. Fue candidato varias veces hasta que le llegó su momento y ganó las elecciones; en 2003 asumió la presidencia. Ha sido muy exitoso, ha logrado representar al Brasil pobre. La corrupción que ha marcado a esferas importantes de su gobierno y su partido lo han dañado poco. Cosecha éxitos en la disminución de la pobreza, y ha llegado a personificar ese líder de avanzada, de izquierda, que contrasta con la estridencia inútil de Chávez. Ha contado con los dioses.
En la medida en que ha pasado el tiempo, Brasil se ha insertado más profunda y definitivamente en la globalización (ya es la décima economía del planeta), y Lula también ha pasado a simbolizar los intereses de potencia regional que un sector de las élites brasileñas siempre ha querido para su país. La vieja idea de Henry Kissinger que sostenía que América Latina iría donde fuera Brasil parece tomar cuerpo o la tesis de Samuel Huntington de acuerdo a la cual la nueva distribución del poder mundial, después del colapso de la URSS, implicaría el desarrollo de subpotencias regionales, como Brasil en esta parte del mundo.
La política brasileña hacia América Latina se ha tornado en una política de gran potencia que se expresa en la arrogancia que ahora muestra el otrora humilde líder metalúrgico. Si se observa con detenimiento, se ve a un personaje cómodo cuando se da barrigazos con Bush o con Obama, cuando se tutea con Sarkozy o con cualquiera de los grandes, y, en cambio, se observa su desespero con los representantes de estas aldeas latinoamericanas. Su hastío en la reciente cumbre presidencial de Unasur fue evidente y su regaño por la presencia de los medios de comunicación lo mostró.
No es sólo un hombre acostumbrado a los reflectores sino que ha pasado a encarnar los intereses de sectores de las élites de Brasil.
La Fuerza de Brasil. Este país crece con vigor. El incremento del PIB ha rebasado el 5% en cada uno de los dos años recientes. El producto per cápita se ha elevado en los últimos cuatro años entre el 2 y el 4,3% por año. Aunque la desigualdad social es muy elevada ha tenido un ligero descenso desde 2007 y el nivel de pobreza extrema ha descendido dramáticamente. No en balde Lula es un presidente muy popular.
Además, Lula cumple otro papel. Es el izquierdista predilecto de la burguesía mundial. No renuncia a sus planteamientos, pero es un lince para acomodarse a la lógica del poder global. Le debe mucho a Chávez. La mentecatez y el radicalismo chavistas han servido para que el brasileño marque una nítida diferencia con esa forma de ser de izquierda. En este sentido, le conviene que el venezolano siga por allí, alborotando el gallinero, mientras un circunspecto Lula se ríe con (en realidad de) Chávez y lo trata con la sonrisa que el padrino dedica al ahijado desquiciado.
Hay mucho más. El proyecto internacional de Chávez, cuyo sentido es construir una especie de nueva Unión Soviética con repúblicas lideradas por turbados presidentes -lo cual incluye el catafalco de Fidel Castro-, se presenta como una amenaza a empresas, gobiernos moderados, y hasta para EEUU que no atina con Obama a disponer de una política consistente en la región. En estas condiciones, Lula cumple el papel del Ángel de la Guarda regional, capaz de contener la retórica y las locuras de su socio venezolano; así se convierte en el personaje con el que hay que hablar para que el locuaz amigo no vomite en la sala. La gran oferta de Lula al mundo industrializado es la siguiente: "no se preocupen; a ese loco lo amarro yo". Dicho sea de paso, lo ha logrado y ha obtenido el doble beneficio de aparecer como un líder moderado hacia el planeta, como un preocupado dirigente social hacia América Latina, y como un izquierdista de los más comprometidos ante el rebaño manejado por el caudillo venezolano.
La Expansión. Brasil proyecta su poder económico hacia los países vecinos con la débil contención de Argentina. Se ha propuesto liderar América del Sur, para lo cual ideó la estrategia de Unasur, que excluye a un retador de la talla de México. Esta exclusión puede cumplir varios propósitos y no sería de extrañar que los cariocas vuelvan a insistir en un puesto permanente para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a lo cual se han opuesto México y Argentina.
Igualmente, hay un proceso de expansión de empresas hacia Guyana, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Uruguay y, también, alguna ayuda social, con lo cual estos países se articulan al sistema de intereses estatales y privados brasileños. Ideas de buena voluntad como la de buscar salidas hacia el mar Caribe vía Guyana y Venezuela pueden significar la articulación de estos territorios al campo de los intereses geo- estratégicos del gigante suramericano, los cuales eventualmente deben ser prote- gidos militarmente de ame- nazas que se pudieran presentar.
Como no hay poder económico que sea inocente, la adquisición de armas por Brasil implica un desequilibrio militar y político que puede generar tensiones hacia el futuro. Lula no va a invadir a nadie, pero lo que ha demostrado en los tiempos recientes y muy especialmente con el acto imperial en la pequeña Honduras, es que está dispuesto a ejercer el poder con la misma insolencia de los grandes.
Chávez No Sabe. Estas cosas no las sabe Chávez. Él cree que cuando Lula le pasa la mano es que lo quiere mucho. En este caso, la ignorancia presidencial de cómo se construyen, articulan y destruyen los poderes es trágica. No en balde le ofreció en conversación indiscreta que no expropiaría empresas brasileñas; y mientras promete, Lula le colea la partida. Cuando Lula viene a Venezuela lisonjea a Chávez; cuando declara en el resto del mundo le da codazos. La gorda y sudorosa vanidad de uno es presa fácil de la viveza del otro. No en balde se confronta con o pais mais grande do mundo.
www.tiempodepalabra.com
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Nota del editor del blog: Al referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los cuales el gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana .
“...por lo tanto, Venezuela reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana, a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Océano Atlántico...”
http://economia.eluniversal.com/2009/09/27/opi_art_tiempo-de-palabra_1588162.shtml
Carlos Blanco // Tiempo de Palabra
Los imperios
Si un jefe de Estado ha diagnosticado que otro Estado está gobernado sin legitimidad; que tiene un presidente espurio y que es necesario restablecer la democracia violentada, y que, como consecuencia, considera que puede disponer de su poder para imponer la democracia, no es extraño que usted piense en George W. Bush. Pero -al menos esta vez- se ha equivocado. Se trata de Luiz Ignacio Lula Da Silva, quien ha decidido aplicar la política de la abierta intervención como líder de un país de 199 millones de habitantes en otro país como Honduras de menos de 8 millones. Su propósito es derrocar a Micheletti y reponer a Zelaya, y tal vez lo logre. Con este gesto, Lula ha convertido a Brasil en un gigante intervencionista en la región -alineado con Chávez- lo cual podría revelar cierta tendencia neoimperialista del establecimiento encabezado por Lula, hacia América Latina.
La Transformación. Lula es un hombre de origen humilde. Fue líder del sindicato de los metalúrgicos de San Bernardo y luego fundó el Partido de los Trabajadores en 1980. Tiene historia y se hizo en la forja de la lucha social desde abajo. Fue candidato varias veces hasta que le llegó su momento y ganó las elecciones; en 2003 asumió la presidencia. Ha sido muy exitoso, ha logrado representar al Brasil pobre. La corrupción que ha marcado a esferas importantes de su gobierno y su partido lo han dañado poco. Cosecha éxitos en la disminución de la pobreza, y ha llegado a personificar ese líder de avanzada, de izquierda, que contrasta con la estridencia inútil de Chávez. Ha contado con los dioses.
En la medida en que ha pasado el tiempo, Brasil se ha insertado más profunda y definitivamente en la globalización (ya es la décima economía del planeta), y Lula también ha pasado a simbolizar los intereses de potencia regional que un sector de las élites brasileñas siempre ha querido para su país. La vieja idea de Henry Kissinger que sostenía que América Latina iría donde fuera Brasil parece tomar cuerpo o la tesis de Samuel Huntington de acuerdo a la cual la nueva distribución del poder mundial, después del colapso de la URSS, implicaría el desarrollo de subpotencias regionales, como Brasil en esta parte del mundo.
La política brasileña hacia América Latina se ha tornado en una política de gran potencia que se expresa en la arrogancia que ahora muestra el otrora humilde líder metalúrgico. Si se observa con detenimiento, se ve a un personaje cómodo cuando se da barrigazos con Bush o con Obama, cuando se tutea con Sarkozy o con cualquiera de los grandes, y, en cambio, se observa su desespero con los representantes de estas aldeas latinoamericanas. Su hastío en la reciente cumbre presidencial de Unasur fue evidente y su regaño por la presencia de los medios de comunicación lo mostró.
No es sólo un hombre acostumbrado a los reflectores sino que ha pasado a encarnar los intereses de sectores de las élites de Brasil.
La Fuerza de Brasil. Este país crece con vigor. El incremento del PIB ha rebasado el 5% en cada uno de los dos años recientes. El producto per cápita se ha elevado en los últimos cuatro años entre el 2 y el 4,3% por año. Aunque la desigualdad social es muy elevada ha tenido un ligero descenso desde 2007 y el nivel de pobreza extrema ha descendido dramáticamente. No en balde Lula es un presidente muy popular.
Además, Lula cumple otro papel. Es el izquierdista predilecto de la burguesía mundial. No renuncia a sus planteamientos, pero es un lince para acomodarse a la lógica del poder global. Le debe mucho a Chávez. La mentecatez y el radicalismo chavistas han servido para que el brasileño marque una nítida diferencia con esa forma de ser de izquierda. En este sentido, le conviene que el venezolano siga por allí, alborotando el gallinero, mientras un circunspecto Lula se ríe con (en realidad de) Chávez y lo trata con la sonrisa que el padrino dedica al ahijado desquiciado.
Hay mucho más. El proyecto internacional de Chávez, cuyo sentido es construir una especie de nueva Unión Soviética con repúblicas lideradas por turbados presidentes -lo cual incluye el catafalco de Fidel Castro-, se presenta como una amenaza a empresas, gobiernos moderados, y hasta para EEUU que no atina con Obama a disponer de una política consistente en la región. En estas condiciones, Lula cumple el papel del Ángel de la Guarda regional, capaz de contener la retórica y las locuras de su socio venezolano; así se convierte en el personaje con el que hay que hablar para que el locuaz amigo no vomite en la sala. La gran oferta de Lula al mundo industrializado es la siguiente: "no se preocupen; a ese loco lo amarro yo". Dicho sea de paso, lo ha logrado y ha obtenido el doble beneficio de aparecer como un líder moderado hacia el planeta, como un preocupado dirigente social hacia América Latina, y como un izquierdista de los más comprometidos ante el rebaño manejado por el caudillo venezolano.
La Expansión. Brasil proyecta su poder económico hacia los países vecinos con la débil contención de Argentina. Se ha propuesto liderar América del Sur, para lo cual ideó la estrategia de Unasur, que excluye a un retador de la talla de México. Esta exclusión puede cumplir varios propósitos y no sería de extrañar que los cariocas vuelvan a insistir en un puesto permanente para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a lo cual se han opuesto México y Argentina.
Igualmente, hay un proceso de expansión de empresas hacia Guyana, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Uruguay y, también, alguna ayuda social, con lo cual estos países se articulan al sistema de intereses estatales y privados brasileños. Ideas de buena voluntad como la de buscar salidas hacia el mar Caribe vía Guyana y Venezuela pueden significar la articulación de estos territorios al campo de los intereses geo- estratégicos del gigante suramericano, los cuales eventualmente deben ser prote- gidos militarmente de ame- nazas que se pudieran presentar.
Como no hay poder económico que sea inocente, la adquisición de armas por Brasil implica un desequilibrio militar y político que puede generar tensiones hacia el futuro. Lula no va a invadir a nadie, pero lo que ha demostrado en los tiempos recientes y muy especialmente con el acto imperial en la pequeña Honduras, es que está dispuesto a ejercer el poder con la misma insolencia de los grandes.
Chávez No Sabe. Estas cosas no las sabe Chávez. Él cree que cuando Lula le pasa la mano es que lo quiere mucho. En este caso, la ignorancia presidencial de cómo se construyen, articulan y destruyen los poderes es trágica. No en balde le ofreció en conversación indiscreta que no expropiaría empresas brasileñas; y mientras promete, Lula le colea la partida. Cuando Lula viene a Venezuela lisonjea a Chávez; cuando declara en el resto del mundo le da codazos. La gorda y sudorosa vanidad de uno es presa fácil de la viveza del otro. No en balde se confronta con o pais mais grande do mundo.
www.tiempodepalabra.com
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Nota del editor del blog: Al referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los cuales el gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana .
“...por lo tanto, Venezuela reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana, a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Océano Atlántico...”
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