sábado, 3 de noviembre de 2007

la Guayana

EN 1824, MIENTRAS Bolívar triunfaba en las Batallas de Bomboná y Pichincha, Gran Bretaña reconocía el río Esequibo como límite entre la Guayana Británica y la Gran Colombia. A partir de 1830, el río Esequibo siguió siendo el límite oriental de Venezuela.
En las décadas siguientes, nuestra patria se hundió en infinidad de revoluciones sin sentido motivadas casi siempre por la ambición desmedida de poder de los caudillos. Nuestras fronteras quedaron desguarnecidas.
Mientras tanto, los ingleses, atraídos por las riquezas auríferas que estaban apareciendo en nuestra Guayana, comenzaron a penetrar profundamente en territorio venezolano. Para 1870 llegaron a proponer una nueva frontera a la cual llamaron la Línea Schomburgk, que llegaba casi hasta Upata y se apoderaba de las bocas del Orinoco.
EL PRESIDENTE GROVER Cleveland de los EEUU, propuso un arbitraje internacional para dilucidar el problema limítrofe. Aquel arbitraje tuvo lugar entre 1897 y 1899. A Venezuela no se le permitió designar a ninguno de los cinco árbitros, dos de los cuales eran ingleses, dos rusos y uno norteamericano. Pero Venezuela designó a un abogado llamado Severo Mallet-Prevost.
Mientras aquel arbitraje tenía lugar en Francia, en Venezuela, Joaquín Crespo, cuyo período presidencial vencía, estaba fraguando un fraude electoral para imponer a su propio candidato: Ignacio Andrade. En 1898 el fraude se perpetró contra el "Mocho" Hernández, quien se levantó en armas desatando la llamada Revolución de Queipa. Crespo lo derrotó, pero cayó abatido en la Mata Carmelera. Entonces desde Capacho, Estado Táchira, se levanta Cipriano Castro y avanza hasta Caracas. Derrotado, Ignacio Andrade huye.
Coincidiendo con esos acontecimientos, se produce en 1899 el llamado Laudo Arbitral de París que despoja a Venezuela de 60.000 millas cuadradas en la Guayana Esequiba. Aquel Laudo fue el resultado de un acuerdo que tras bastidores habían fraguado Rusia y Gran Bretaña. Los rusos votarían a favor de concederle nuestro territorio a Gran Bretaña, a cambio de que esta última, en otro arbitraje diferente, votara a favor de concederle a Rusia un territorio que ésta deseaba: Afganistán.
AQUEL ARREGLO FUE explicado por Severo Mallet-Prevost en un memorando póstumo. Rusia y Gran Bretaña se lamentarían de aquel acuerdo. Y es que la vecindad que pasaron a tener la Rusa Imperial con la principal colonia inglesa, la India, no resultó nada fácil.
Para suavizar las tensiones entre ambas potencias, éstas convinieron en crear en 1907, un Estado "tapón", que las separase: Afganistán.
Con el tiempo, el fundamentalismo islámico sunita de Afganistán, cada vez más radical, comenzó a desestabilizar las provincias islámicas del sur de la URSS. Finalmente ésta, en 1980, decide invadir a Afganistán. Fue una guerra sangrienta que duró más de una década y en la cual los soviéticos se retiraron vencidos con más de 15.000 muertos. En 1992, la URSS termina por desintegrarse y surgen así países nuevos, tales como Azerbaiján, Kazakhstán Tajikistán, Turkmenistán y otros.
Al retirarse la URSS, Afganistán pasa a ser controlado por un gobierno talibán que protege a Osama Bin Laden, quien encabeza al grupo terrorista Al Qaeda.
DESDE AFGANISTAN, Bin Laden promueve numerosos ataques terroristas. Desde allí, organiza los atentados del 11 de septiembre del 2001. La reacción inevitable de los EEUU fue atacar a Afganistán que seguía cobijando a Bin Laden. Comienzan después a aparecer sobres con ántrax en distintos lugares de los EEUU. Saddam Hussein era el principal sospechoso de producirlo y suministrarlo a los terroristas. Así, los ataques contra Irak constituyen la secuela de los ataques terroristas originados en Afganistán.
Cabe ahora especular, ¿no hubiese podido ser diferente la historia si en aquel Laudo Arbitral de París de 1899 no se le hubiese concedido a Rusia el territorio de Afganistán, a cambio que Gran Bretaña obtuviese 60.000 millas cuadradas en la Guayana venezolana?
La historia tiene tantos vericuetos, que resulta prácticamente imposible imaginar las consecuencias que pudieron haberse desencadenado. Otro asunto evidente es que los caudillos venezolanos del siglo XIX desguarnecieron nuestras fronteras y actuaron simplemente en defensa de sus más inmediatos intereses personales.
Desde que Gran Bretaña concede la Independencia a Guyana, en 1966, ha sido política de todos nuestros gobiernos, la de no reconocer concesiones otorgadas por esa nación en la Zona en Reclamación, hasta tanto no se resuelva el diferendo territorial. Los intereses temporales de algún gobierno nunca pueden estar por encima de los más vitales intereses soberanos de nuestra patria.

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