http://www.mdzol.com/nota/471037-son-argentinas-las-islas-malvinas/
Tomado de:
Las conclusiones harán refelxionar a algunos y enojar a
otros. Pero a nadie dejarán indiferente. Aquí los conceptos de la guerra.
Lamentablemente la respuesta a la pregunta con la que
acabo de encabezar la presente nota es un rotundo y enfático “no”. Las Malvinas
no son argentinas y la suposición contraria carece no sólo de veracidad sino
también de lógica. Y si alguien está en desacuerdo conmigo, conteste por favor:
¿Qué hace flameando entonces en territorio malvinense una bandera nacional que
no es la nuestra?
Muy otro es el asunto cuando nos preguntamos si las islas
tendrían y deberían ser argentinas. Ahí cambia la mano y la respuesta en este
caso es un rotundo y enfático “sí”. ¡Claro que tendrían y deberían ser
nuestras! Y por una cuestión pragmática y estratégica antes que emotiva y
sentimental: la
República Argentina posee una de las mayores reservas de
recursos naturales del mundo (agua principalmente) y entonces resulta altamente
intolerable tener a la puerta de nuestro patio trasero un enclave como Malvinas
que esta armado hasta los dientes con misiles nucleares y responde a una
potencia mundial extranjera.
No hace falta ser Einstein para deducir los peligros a los
que la República
Argentina expone su seguridad nacional y hasta su
supervivencia si no obtiene la soberanía de Malvinas a corto o mediano plazo.
Creo que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo sabe y por tal motivo
ha comprometido su gestión fuertemente con el logro de ese objetivo desde el
principio. El gran problema es que los fundamentos histórico-jurídicos en los
que nuestra mandataria apoya sus esfuerzos dejan mucho que desear, por no decir
que son pésimos y lisamente impracticables.
Empecemos con la teoría de que antes de la ocupación
inglesa de 1833, la soberanía de Malvinas estaba en manos de Argentina.
Imposible, porque por aquellas fechas Argentina todavía no existía. En realidad
éramos un conjunto de Estados autónomos que nos sentíamos parte un entramado
cultural-histórico común, pero que así y todo no teníamos claro los límites
geográficos de ese “entramado” o tan siquiera si verdaderamente queríamos
constituirnos en una única gran nación o varios más chicas. A lo que voy:
suponer que Argentina existía en 1833 es, a todas luces, un fuerte anacronismo.
Y si todavía no existía, por regla de tres simple no podía ejercer soberanía
sobre algo.
Pero juguemos con la imaginación y supongamos que la
nación Argentina sí existía en torno a 1833. Pues resulta que no hay ninguna
regla lógica que nos obligue a suponer que la soberanía de las islas le
perteneciera. Antes de la ocupación rioplatense, el archipiélago malvinense ya
había sido ocupada por la propia Inglaterra durante breves periódos. Pero
también había sido ocupado por Holanda, Francia y España. De suerte que el
asunto de la soberanía sobre las islas en realidad estaba muy lejos de haberse
resuelto y en realidad era todavía objeto de una fuerte controversia entre
Amsterdam, Londres, París, Madrid y Buenos Aires. Como sea, si el asunto de la
soberanía de Malvinas no estaba resuelto en 1833, entonces la guarnición
rioplatense que fue desplazada de prepo por la guarnición inglesa ese año
también estaba ahí de prepo. Y ladrón que roba a ladrón….
Frente a estos precedentes históricos claramente
desfavorables a nuestra posición, podríamos argumentar que de todos modos el
concepto de “Plataforma Continental” nos otorga fuertes derechos sobre el
territorio malvinense. Ciertamente. ¿Pero que hacemos con el principio de
“autodeterminación de los pueblos”? Es decir, los habitantes de Malvinas
reivindican abiertamente su identidad inglesa y se sienten un apéndice de Gran
Bretaña. Y claro que podríamos pasar aquel dato por alto; simplemente ignorarlo
(como se atreven a sugerir algunos). No obstante, eso es precisamente lo que
hizo Adolf Hitler cuando se apropió de Alsacia, Lorena, Dinamarca, Noruega y
Polonia durante la
Segunda Guerra Mundial: pasar por alto e ignorar el principio
de “autodeterminación de los pueblos”. Y no se Uds. amigos lectores, pero
a mi personalmente se me caería la cara de vergüenza si resultase que el
gobierno de mi país se empeña en resolver el asunto de la soberanía malvinense
apelando a una escala de valores hitleriana.
Soy plenamente consciente que el tono de mi artículo puede
generar desazón y que muchos lectores incluso van a llegar al extremo de
dudar de mi patriotismo. Pues mi reflexión final va dirigida a los más abiertos
de mente entre todos aquellos que se sientan tentados a pensar
así.
Los argumentos más frecuentemente usados hoy por la República Argentina
para reclamar la soberanía de Malvinas son malísimos; simplemente no funcionan.
Y no temamos decir lo obvio: asumirlo a plena consciencia (como se ha intentado
acá), es el primer paso para empezar a buscar y encontrar argumentos menos
malos que funcionen de verdad. Por lo tanto, el primer paso para empezar a
obtener la soberanía de Malvinas en serio.
¿No es eso precisamente lo que los desvela? Piedad
entonces con el mensajero.
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